TU FARISEO INTERIOR
Por Josh Moody
Los fariseos son el “coco” entre los
evangélicos, y como tal, es difícil concebir que nosotros mismos
podríamos ser fariseos. Son otro tipo de personas: malas personas,
legalistas, juzgadores, los que atacan a Cristo y defienden la religión
falsa e hipócrita. “Hipócritas” es la descripción más certera. Los
fariseos actúan como si fueran justos; mientras ellos “cuelan el
mosquito” de pecado, “tragan un camello” de mal (Mateo 23:24). Viajan
por tierra y mar para ganar un solo convertido, para luego hacerlo dos
veces más hijo del infierno que ellos mismos. (Mateo 23:15).
Seguramente, no somos ellos.
En un sentido estrictamente histórico,
los cristianos no son fariseos. La religión farisaica rechazó a Jesús
como el Cristo, y, por lo tanto, cuando alguien lo adora como Hijo de
Dios, ya no es fariseo.
Pero ¿Habrá una esencia del fariseísmo
viva hoy, incluso activa dentro de los credos que abrazan la divinidad
de Jesús, las doctrinas de la gracia y la ortodoxia trinitaria? Si
dejamos a un lado los elementos doctrinales e históricos del fariseísmo,
las siguientes seis áreas examinadas podrían exponer a nuestro propio
fariseo interior.
1. Nuestras oraciones
¿Están nuestras oraciones, aun cuando
explícitamente estamos honrando a Dios, implícitamente exaltándonos a
nosotros mismos (Lucas 18:9-11, Mateo 6:5)? Por ejemplo, ¿Oramos para
impresionar a los que nos escuchan?
2. Nuestra predicación
¿Está nuestra predicación más preocupada
por preservar la tradición humana que el proclamar la inquietante
Palabra de Dios (Marcos 7: 8)? Por ejemplo, ¿Apelamos más allá de lo que
el texto justifica para guardar nuestra particular tradición
eclesiológica o nuestra preferencia doctrinal?
3. Nuestra Práctica
¿Fallamos en practicar lo que
predicamos, de modo que nuestros oyentes siguen más lo que decimos que
lo que hacemos (Mt 23:3)? Por ejemplo, ¿Podría alguien observarnos el
sábado por la noche tanto como el domingo por la mañana e imitar lo que
hacemos en ambos días para su propia edificación?
4. Nuestros juicios
¿Juzgamos más las apariencias de los
demás, en vez de juzgar la verdad y el carácter para evitar ser
confrontados por aquellos que están fuera de nuestra “tribu” (Juan
8:52)? Por ejemplo, ¿Es menos probable que aceptemos lo que alguien está
predicando por llevar la ropa equivocada, porque habla con el acento
incorrecto, o viene del seminario equivocado?
5. Nuestras Conclusiones
¿Rechazamos la obra sobrenatural del
evangelio de Dios de tal manera que estamos ciegos ante la conclusión
obvia de que Él está obrando (Juan 9:34)? Por ejemplo, ¿No estamos
dispuestos a aceptar la conversión de alguien del “otro lado del
camino”, incluso si toda la evidencia apunta a la obra de Dios?
6. Nuestros Motivos
¿Estamos dispuestos a usar medios
injustos para lo que creemos que es un fin justo (Juan 18: 2-3)? Por
ejemplo, ¿Estamos dispuestos a jugar al político manipulador por medio
de mentiras, amenazas, negociaciones y engaños, para obtener una
aparente victoria espiritual en nuestra denominación o iglesia?
En el corazón, el fariseísmo rechaza el
trabajo interno de Dios en favor de las apariencias externas (Mateo
23:25). Los fariseos se negaron a adorar a Jesús como el Cristo, con
algunas excepciones gloriosas (como Pablo, por supuesto. Véase también
Juan 3: 1-15; 19: 39-42), porque Jesús no encajaba en su idea de un
Mesías, y Él (Jesús) amenazó el poder religioso de ellos. (Mateo 12:
1-14).
Al final, los fariseos estaban incluso
dispuestos a lograr un asesinato para lograr sus deseos. Que Dios nos
mantenga enfocados en el Señor Jesús, y que nos permita abrazar la obra
del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Nota del Editor de TGC: Este artículo es inspirado en el nuevo libro de Josh Moody, “John 1-12 for you”.
Comentarios
Publicar un comentario