El hombre rico. “Aún te falta algo”

 
Lucas 18:22

Introducción.
Normalmente cuando vamos ha salir de viaje procuramos llevar todo lo que consideramos necesario. La ropa, zapatos, y demás artículos personales. Y cuando estamos a punto de salir de la casa casi siempre tenemos la sensación de que algo se nos olvida y volvemos a repasar en nuestra mente las cosas que llevamos. Lo mismo hacen los muchachos cuando van a presentar un examen oral o van hacer alguna presentación. Repasan una y otra vez lo que van a presentar para que nada se les olvide. Quizás todos alguna vez en la vida hemos tenido la sensación de que nos falta algo para sentirnos completamente felices. Este muchacho de la historia se dio cuanta que entre todas cosas que tenia le hacia falta algo, La vida eterna. Así que va con Jesús y si efectivamente le faltaba algo, pero algo aparte de la vida eterna. Era vender todo lo que tenia y darlo a los pobres y seguirlo. A parte de la vida eterna, aun le faltaba algo. El llamado de Jesús es porque aun le faltaba algo.
¿Te haz preguntado que te puede falta para entrar en el cielo, para tener la vida eterna? Quizás te falta algo para convertirte mejor papa o mama. Para ser mejor esposo (a), hijo (a), cristiano (a).
Mejor creyente. En esta historia veremos que al hombre que le faltaba varias  cosas y que quizás sean las mismas que les falten a algunos hoy en día.
I). Quizás te falte amor.
A. Porque el amor es decisión.
Ante la pregunta del hombre de cómo obtener la vida eterna, Jesús le cito los mandamientos de la segunda tabla de la ley que tenían que ver con su prójimo. Según la narración de Mateo: “No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 19:18.19). A lo que el respondió inmediatamente y sin reflexionar, “Todo esto lo he guardado desde mi juventud” (Lucas 19:21).
Esta manera de responder pronta y sin reflexionar demostraba una observancia superficial de la los mandamientos. “Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme”. (Lucas 18:22) Con este desafío Jesús le mostró que estaba muy lejos de cumplir verdaderamente con la ley del amor al prójimo.
Este hombre se enfrento al dilema de su vida. Jesús le mostró el camino a la vida eterna. Lo que el había venido a buscar. Pero el tenían que tomar la decisión. La decisión de Amar o no amar.

Sus acciones lo demostrarían. De nada hubiera servido si este hombre hubiera dado todo su dinero a los pobres, sino tomaba él la decisión. “El amor por la fuerza nada vale, la fuerza sin amor es energía gastada en vano”. (Albert Einstein) Pero decidió no amar al modo que Jesús enseñaba.
En el mundo se enseña que no necesariamente tienes que tomar una decisión. Dicen: ¿Por qué debes elegir una si puedes tener las dos?, “Por qué decidirse vivir de esta manera, pues eso significaría cerrar la puesta a otras posibilidades o experiencias”. El mundo enseña a vivir una vida dividida. Que no te entregues completamente a nada ni a nadie. Jesús te esta invitando hoy como lo hizo con aquel hombre a que tomes una decisión. Como Josue le dijo al pueblo de Israel: “escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. (Josue 24:15) Decídete por Jesús, decídete por el amor.
B. Porque el amor es entrega.
A la vista de los hombres podía pasar como un bueno hombre. Pero a la vista de Dios que ve los corazones le faltaba aun. Como buen judío como presumía que era, se esperaba que diera limosnas al pueblo. Pero Jesús le esta diciendo que lo dé todo. Porque eso es amor. (Juan 3:16) Es entrega. Alguien dijo que: “En materia de amor, demasiado es todavía poco”. El apóstol Pablo no pone el ejemplo en eso: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos”. (2 Corintios 12:15) Hay personas que están dispuestas a dar algo de su dinero a las iglesias o a los centros de beneficencia pero no están dispuestos a darse ellos mismos. No están dispuestos a involucrarse.
Y eso no es amor. Porque el amor es entregarse total y completamente. No se puede ser un bueno esposo (a), padre o madre, un buen hijo (a), creyente o cristiano, sino se entrega completamente. A Dios le damos todo o no le damos nada.
C. Porque el amor es compromiso.
El hombre quiere asegurarse de tener vida eterna cuando se muera. Y viene ante Jesús quien tiene respuestas a todas las preguntas. Los tres evangelistas, Mateo, Marcos y Lucas nos da un detalle sobre como le llamo este hombre a Jesús. Le dijo: “maestro bueno, ¿que haré para heredar la vida eterna?” (Lucas 18:18) a lo que Jesús le dijo: “Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios”. (Lucas 18:19) Jesús contesto como solían enseñar los rabies en tiempo de Cristo, enseñaban que solo Dios era bueno. Es como si Jesús le preguntara “¿Me llamas bueno porque me reconoces como Dios? o ¿me llamas bueno adulándome porque esperas que sea buenito contigo y no te pida algo difícil? Todo aquel que adula a otro antes de preguntarle o pedirle algo, consciente o inconscientemente está tratando de manipular la respuesta.
El hombre quería el cielo pero sin soltar la tierra. Quería lo eterno pero sin dejar lo temporal.
Quería adquirir más sin despojarse de nada. Quería el más allá sin soltar el más acá. Él era como la mayoría de los seres humanos hoy son. Hay hombre y mujeres que quieren disfrutar de las mieles de tener una pareja a su lado pero sin establecer un compromiso en el matrimonio. Por eso es que hay ahora muchos arrejuntados. Jóvenes y jovencitas que quieren disfrutar de la solvencia económica de papa y mama sin tener un compromiso de trabajo en casa. El hombre en general que quiere ir al cielo pero sin tener un compromiso con el Señor hoy. El compromiso debe ser una respuesta nuestra ante un amor mas grande que nos ha tenido. Por eso Jesús te invita porque aun te falta amor. Jesús te invita para que te conviertas en la persona que el quiere que seas.
II). Quizás te falte valor.
A. Para un cambio radical.
El dicho dice que, “A grandes males, grandes remedios”. Jesús le esta pidiendo a este hombre mas de lo que otros rabies le habían pedido. Darlo todo. El hombre tenía muchos bienes. Pero el no poseía a los bienes, los bienes lo poseían a el. Esta historia no quiere decir que Jesús nos pide a todos que demos todo lo que poseemos para poder ser sus discípulos. Jesús se lo pidió a este hombre porque ese era su principal problema. Jesús pide a cada persona lo que a esa persona le afecta. Jesús tampoco esta enseñando que puede ganarse la vida eterna con buenas obras, sino que renuncie a lo que es un obstáculo para el y que se identificara con Jesucristo. Se trataba de ser una persona diferente. Que reflejara las características de su Señor.
Jesús esta invitando a todo hombre al arrepentimiento. Que es un cambio de mente que da como resultado un cambio de vida. Porque para entrar al cielo necesitamos hacer cambios en nuestras vidas. Necesitamos pulirnos. Hay que deshacernos de lo que nos estorba. Jesús nos esta invitando a unirnos a el para lograr dicho cambio. Por eso Pablo dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17) Pero este proceso requiere valor.
B. Para asumir el costo de ser discípulo.
Marcos 10:21 Dice: “Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz” Jesús desea que sea su discípulo pero hay un costo que pagar. Los judíos generalmente pensaban que había tres señales del favor de Dios: buena salud, muchos hijos y riquezas. Y ahora Jesús le esta diciendo a este joven que lo de todo. Era cambiar su vida a la vida de Cristo. El llamado era a que se convirtiera en discípulo suyo.
Discípulo significa aprendiz. En este tiempo un aprendiz estaba dispuesto hacer lo que su maestro demandara. Para el rico eso era demasiado. Pues seria un predicador ambulante, no tener un refugio seguro para las inclemencias del tiempo, depender de los donativos de personas de buen corazón, y estar dispuesto a sufrir hasta la muerte si eso era necesario. Eso era lo que quería decir tomar la cruz. Este costo era la causa de que mucha gente dejará de seguirlo. Pero Jesús no estaba intentando atraer grandes multitudes, ¡Él deseaba discípulos!
¿Esta dispuesto usted a ser discípulo de Jesús?
¿Esta dispuesto a cambiar de estilo de vida aunque ésta no sea bien vista por la mayoría? (1 Pedro 4:4)
¿Esta dispuesto a cambiar de trabajo si eso afecta su santidad? (Mateo 9:9) ¿Esta dispuesto a alejarse de algunas amistades si lo motivan a hacer cosas malas? (1 Corintios 15:33) Pero para hacer esto se requiere valor.
C. Para dar el último paso.
Este hombre después de mencionar que ha cumplido los mandamientos pregunta que más le faltaba. Y Mateo nos da un detalle que no dan los otros evangelistas. Jesús le dice: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres…” (Mateo 19:21) Es decir, si quieres que nada te falte, “vende lo que tienes” Y continua Mateo diciéndonos que, “Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”. (Mateo 19:22) El creía que iba a impresionar a Jesús diciendo que había guardado los mandamientos de la ley. Pero Jesús le enseña que cumplir todo eso es la plataforma para seguir adelante, le faltaba lo más importante.
Le faltaba el último paso.
Cuantas personas no hemos conocido que les falto dar el último paso. Este hombre se quedo registrado en la Biblia como figura de los creyentes mediocres, tibios que se quedaron a un paso de convertirse en cristianos y no lo hicieron. Como Agripa. (Hechos 26:24-28) Muchos se han muerto solo siendo visitantes de la iglesia. Dar el último paso hacia la conversión requiere valor.
III). Quizás te falta humildad.
A. Para aceptar que las personas están por encima de las cosas.
Esta historia no es sobre lo que le sobraba al hombre rico, sino sobre lo que le faltaba. Le faltaba entregarse a Jesucristo y las personas. El hecho que Jesús le mencionara que cumpliera los mandamientos de la segunda tabla. A lo que pregunta con un aire de soberbia “¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.  Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” (Mateo 19:18-20) Se equivoca al pensar que lo que Jesús le pida de seguro el ya lo ha hecho. Pero no se esperaba la respuesta de Jesús. Vende todo lo que tienes y dadlo a los pobres. Es una respuesta que le duele. Que lo cimbra. Que lo estremece. El propósito de Jesús era que reaccionara y se diera cuanta que no ha cumplido los mandamientos de Dios como debía ser. Pero en lugar de eso, “Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico” (Lucas 18:23) Se fue lamentando que existieran tales condiciones. Quedo demostrado que no había cumplido la segunda tabla del amor al prójimo.
Demostró que las cosas de este mundo tenían el primer lugar de sus afectos. Su tragedia era que amaba más las cosas que a las personas. Amaba más los dones que a su Dador. Se amaba mas a si mismo que a los demás.
Lamentablemente esto no ha cambia hasta nuestros días. Hay personas que aman más su carro que sus esposas. Aman más el perro o al gato que su esposo o que a sus hijos. Aman más su trabajo que a sus familias. Cualquier persona que ponga las cosas por encima de las personas o por encima de Dios, debe saber que no alcanzara la vida eterna. Un hombre llamado Demas perdió su alma por amo más este mundo. (2 Timoteo 4:10)
El apóstol Juan nos amonesta: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17)
B. Para reconocer que no es la buena persona que creía.
El hombre quería cerciorarse que no le faltase nada que hacer para asegurar la vida eterna. Y va hacia aquel que sabe le dará una respuesta. El que Jesús le cita los mandamientos de la segunda tabla que tenían que ver con su amor al prójimo y no los mandamientos que tenían que ver con su relación con Dios. Eso le debió haberle dicho algo sobre su conducta que estaba teniendo con los demás. Debió pensar que Jesús le quería hacer ver posiblemente su deficiencia. Algo en lo que estaba fallando. Pero en lugar de eso dijo: “El dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud” (Lucas 18:21)
Muchas personas como ésta y como el fariseo (Lucas 18:9-14) se creen muy buenos. Se creen mejores que otras personas. Están cegados en su propio orgullo y arrogancia. Echan de ver la paja del ojo de l hermano y no ven su propia viga. (Mateo 7:3) Y el colmo de los males es que piensan que Dios esta contento con su “buen comportamiento”. Tenemos que ser humildes para reconocer que no somos perfectos y que como dice Santiago, “todos ofendemos muchas veces” (Santiago 3:1-2). Jesús nos esta invitando a seguirlo porque aun somos deficientes. Aun nos falta.
C. Para responder al llamado divino.
Jesús le dijo: “Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico” (Lucas 18:22-23) Su apego a las cosas de este mundo fue mas fuerte que la invitación cariñosa de Jesús. Jesús le presento las condiciones que lo llevarían a formase su carácter cristiano. Jesús lo esta invitando a ir mas allá de sus satisfacciones temporales. Jesús desea su conversión pero la decisión se la dejo a el. Sin embargo, su decisión fue retirarse triste porque para el era mucho lo que tenia que sacrificar. No fue humilde en reconocer que el sacrificio que Jesús haría por el, seria mayor.
Miles de personas alrededor del mundo le vuelven la espalda a Jesús por amar más las cosas de este mundo. Hacen oídos sordos al llamado del Salvador. Pero Jesús aun espera que cambies de opinión. Aun espera que regreses. Jesús no se cansa de llamante. “Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:15)

Conclusión
Hemos visto que Jesús nos invita por que aun nos falta mucho. Nos falta amor, valor y humildad para ser lo que Jesús quiere que seamos. Desde un principio el hombre entendió que no tenía la vida eterna y la quería. No daba por sentado que la tenia solo por el solo hecho de pasar por un “buen hombre” Obedecer a Dios es más que poder decir: “Nunca he hecho mal a nadie” No se trata solo de no hacer mal, sino también de hacer bien. Y todos los que quieran ir por ese camino tendrán que seguir al Maestro. Por eso Jesús lo esta invitando hoy a que se una a el a través de la conversión. Pero la decisión es suya. Que Dios lo bendiga.

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